Cuando escuchamos que en Concepción había mucho trabajo mi esposa Daisy y yo nos miramos, ambos nos animamos con la idea de ir. Primero fue ella en Octubre, junto a Diana Arrué, y llegaron tan animadas y viendo que hay tanto por hacer que también me inspiré para ir. Pedí unos días de vacaciones y nos hicimos a la aventura, justo antes de comenzar Diciembre, mes en que mi esposita se está iniciando en el campo laboral. El resultado de esta experiencia fue renovante para nuestra fe, asombroso para nuestros corazones y significativo para nuestras vidas.
Lunes en la noche, saliendo con nuestra maleta al Terminal Sur, animados imaginando como sería, yo por mi parte alucinando con conocer la U. de Conce. Haciendo algunos planes, confirmando nuestra llegadas ya estábamos viajando.
Martes en la mañana, cara de sueño y el hambre del viajero. Rodrigo Morales y Cristian Guajardo nos recibieron en su departamento, nos invitaron a tomar desayuno y nos permitieron descansar antes de salir. Con mi esposa oramos frente al campanil (torre con un reloj que hay en la U. de Conce), por que Dios trabajara esa semana, porque nos diera fe y fortaleza.
La primera charla: Pude conocer a María José la primera universitaria bautizada allá, estaba Rodrigo y luego llegó Cristian. Compartimos la fe y llegaron tres invitadas. Los estudiantes nos pintaron un panorama muy auspicioso, era la semana de exámenes (certámenes). El ambiente de la charla fue muy ameno, eso nos animó. Compartimos el almuerzo con los hermanos.
Miércoles, el segundo día, ya teníamos alojamiento, residencial Colo-colo, de ahí salimos para la universidad en la mañana, oramos en el campus, le pedimos a Dios que hiciera algo que animara nuestra fe, Daisy oró porque Dios duplicara o triplicara el número de visitas a la charla, y lo que Él hizo supero nuestras expectativas. Tuve el privilegio de conocer a Robinson, el primer discípulo bautizado en la iglesia de Concepción. Compartimos la fe juntos, él, mi esposa y yo. Fue increíble, por decir lo menos. Hubo
trece invitados, y con todos quedamos en contacto.
Jueves, la vara estaba alta, sin embargo le pedí a Dios que siguiera animando nuestra fe, que sabíamos que era difícil tener más de los trece invitados del día anterior, pero que esta vez lo que queríamos que nos impactara fueran los corazones de los invitados. Así fue. Mientras evangelizábamos en el campus, Cristian y yo invitábamos a alguien cuando de pronto escuchamos unas voces que nos dicen “¿dónde es la charla?”. Ninguno de nosotros recuerda haber invitado ese día a esas dos estudiantes que fueron a la charla, Lumi y su compañera. Además de ellas también llegó Vanessa que quedó muy contenta y con ganas de ir el Domingo.
Jueves en la noche, reunión de familia en Talcahuano. Delia nos recibió cariñosamente en su casa y fue una alegría ver a sus hijos y nueras y su nieta.
El viernes, estaban regando los jardines a la hora de la charla, el entorno estudiantil estaba hostil para invitar, sin embargo los hermanos perseveraron invitando en el Casino de los Patos, llegaron cuatro visitas a la charla que hizo Cristian, un estudiante de Psicología que llegó con él, Vanessa con un amigo y Lumi.
En total en la semana tuvimos 23 invitados en las charlas bíblicas, Vanessa fue el domingo y llevó a su hermana, y también llegó un caballero que invitamos en la micro. Esa semana pudimos estudiar la biblia, compartimos la fe, pasamos tiempos con los hermanos, visitamos la Pinacoteca, y con Rodrigo fuimos a San Pedro de la paz en los alrededores de la laguna grande.
La conclusión “La cosecha es mucha y los trabajadores son pocos”, a parte de los que fueron a las reuniones o charlas había mucha gente abierta al mensaje y con interés en conocer más de Jesús. Nuestra pregunta es “¿y quien los puede convertir en discípulos ahora? ¿quien les enseña la Bíblia para llevarlos al bautsmo?”. La iglesia que hay en Conce se hace pequeña para tanta gente. Se necesita que vayan más discipulos a ayudar.
